Beneficios del punch needle
Como el punch needle mejoró por completo mi vida
Las mejores historias empiezan con una gran crisis.
Un avión que se estrella en una isla desierta, un cáncer que te hace replantear como ganarte la vida, un coche que se sale de la carretera, un tacón que se te rompe en medio de la calle… un virus planetario…
La historia moomzartiana comienza cuando yo, Sylvie, estaba trabajando para una empresa a la que le dedicaba muchas horas, y donde se generaban constantemente tensiones. Llegaba a casa con una maleta cargada de estrés, la mente totalmente inmersa en este microcosmos laboral nada saludable, y logicamente me estaba pasando factura.
Un día hablando del tema con una compañera, me comentó que ella aliviaba su estrés calcetando. Pero veía imposible sacar tiempo para ello (es decir: sacar tiempo para mí). Al llegar tarde a casa y cumplir con tareas domésticas ineludibles (qué te voy a contar a ti…), solo quería meterme en cama y descansar. Por otra parte, siempre fui chica de ordenadores y no estaba familiarizada con el mundo de las manualidades aunque mi madre, de pequeña, me había enseñado el punto bobo de calceta. Pero debía experimentar soluciones y me compré un kit de tejer, y me enganché. Y por cierto, me di cuenta que siempre es posible sacar tiempo aunque sean 15 minutos al día para hacer algo que te hace feliz.
Durante el tiempo que calcetaba, mi mente desconectaba, estaba relajada. Mi vida seguía siendo igual, pero estos ratitos de calceta permitían a mi mente parar el bucle y vivir el momento presente. Lo malo era que me cargaba los hombros y la espalda. Y el problema acabó derivando en una tendinitis en el brazo derecho y dolores de espalda. El médico directamente me recomendó dejar este hobby. Por otro lado, la calceta me generaba mucha frustración porque me resultaba complicado entender los puntos, deshacer una labor para recuperar puntos sueltos y sobretodo acudir cada dos por tres a casa de mi madre para que reparara mis errores que no lograba solventar. No me sentía autónoma y era un problema para mí. Y aparqué este hobby.
Pero iban pasando los días y lo echaba de menos. Un día buscando en internet actividades para realizar con lanas (echaba de menos convivir con ovillos), descubrí una técnica de bordado llamada punchneedle, que podría sustituir la calceta que me estaba generando dolores de espalda y también frustración. Después de ver varios vídeos en Youtube, la técnica me parecía muy fácil. Me inicié y vi que me permitía hacer cosas que para mí superaban a la calceta, y que no me generaba problemas en la espalda y los hombros. Se podía hacer de todo: cojines, cuadros, bolsos, neceseres, chaquetas, alfombras, muñecos, etc. Me parecía un hobby maravilloso porque dejaba mucha libertad. La técnica era tan fácil que no necesitaba ir a clases o acudir a pedir ayuda a mi madre cada 2×3, como me ocurría con la calceta.
Veía que no era fácil encontrar materiales de buena calidad y esto me pareció una oportunidad de negocio. Pero no daba el paso porque no llegaba a reunir las ganas y los materiales que me convencieran. Compraba muchas telas y ninguna me funcionaba, compraba agujas y ninguna me convencía. No encontraba patrones interesantes para bordar. Así que aparqué la idea.
Aunque no la aparqué del todo, la idea de emprender continuaba en mi cabeza. Y un día coincidí con una empresaria del mundo audiovisual maravillosa y a la que le gustó la idea. Me animó a llevarla a cabo. Y mientras yo le daba “los peros”, ella me los rebatía todos, y me dijo esta frase: “para llevar a cabo tu negocio solo tienes que pensar en ti y olvidarte de todo lo que te rodea”. En esos días, también me volví a encontrar con Álex, con el que siempre me he sentido profesionalmente alineada, pero con el que nunca había logrado trabajar por diferentes motivos. Comenzamos a hablar del proyecto y vimos que nos complementábamos y que surgían mejores ideas de los dos juntos que trabajando por separado. Además, Álex, informático de formación y emprendedor de vocación supo captar el valor emocional del proyecto Moomzart porque él mismo construye en sus ratos libres y tiene un Máster en customización de muebles de Ikea…
En este momento decidí dar el paso. Me puse un plazo de 3 meses para organizar mi vida personal y ponerme a emprender. Dejé la empresa donde trabajaba, ya con mi nuevo rumbo marcado. Y aunque no todo el mundo lograba entender que dejase un trabajo para vender “cositas de mujeres que hacen en un rincón de su sofá en casa”, yo estaba ya totalmente convencida. Un proyecto empresarial 100% afín a mis principios: productos orgánicos de primera calidad con un alto valor emocional dirigido al primer colectivo mundial generador de economía: las mujeres.
Todas y todos en algún momento de nuestras vidas hemos tenido una experiencia con el craft: una abuela que calcetaba, una madre que hacía punto de cruz, una tía que cosía… Todas estas mujeres, verdaderas artistas, no valoradas por una sociedad patriarcal, que sin saberlo o sin decirlo, autogestionaban su estrés de este modo. Y, dentro del anonimato de su hogar, transmitían su saber de madre a hija. Moomzart es una historia sobre esta transmisión.
Comenzamos a probar diferentes materiales. Eligiendo los mejores productos y simplificando los procesos al máximo. Esta fase fue muy larga y dura, pero nos permitió llegar a tener nuestros primeros kits. En este punto, las personas que en un principio tenían dudas acerca del negocio, al ver los kits, comenzaron a cambiar el discurso. ¡Incluso algunos de los que nos criticaban ya han dado el paso y han comenzado a punchear y ser… más felices!
Sylvie
Punch lover¿Lista para mejorar tu vida?
y disfrutar de los beneficios del punch needle.
En Moomzart® queremos llegar a todas estas personas que buscan una manera diferente de ser diferente.
MOOMZART ® Proveedor oficial para España de Amy Oxford